jueves, 7 de enero de 2010

Dicen...

...que el tiempo es el mejor remedio para dejar las cosas atras, dicen que no hay mal que dure cien años y no es verdad. Dicen que del odio al amor solamente un paso hay y aunque lo intento mil veces, no puedo dejarte de amar. Dicen que la distancia es el olvido y a mi me da igual, porque por más que me alejo en mi mente te escondes y estas.

Fuente: tumencantas

miércoles, 6 de enero de 2010

Rosconcito de mi alma


El roscón. Ese gran amigo, por lo menos mío. No es que a mi él me tenga un amor especial, pero yo es verlo a principios de diciembre en las pastelerías y revolucionarme. Pero ¡cómo puede estar tan rico! eso sí, sin rellenos y quitándole una a una las frutas escarchadas.
Cambiaría todos los dulces de navidad, por él. Salvaría quizás a algún polvorón de los típicos de envoltorio tipo caramelo, por variar. Pero para mí unos reyes sin roscón son imposibles. Si no que se lo digan a mi querida Cris que tuvo que recorrerse 500 km a Asturias conmigo y yo con mi maleta y mi roscón envuelto. Fue porque en el pueblo sólo los había de esos de supermercado, no los auténticos. Y dejadme que os diga, los roscones buenos tienen que ser pastelería, los otros tienen una textura blandengue tipo donut que no me vale.
¿Sabeis?Yo voy a ser la "tía" del roscón. Digo lo de tía porque a saber que me depara a mi el futuro. Lo que tengo claro es que cuando sea más mayor el día de Reyes va a ser una parada obligatoria en mi casa(qué bien suena eso de MI casa!jeje)chocolate con roscón y regalitos y al que le toque la sorpresa que respire tranquilo, que no tendrá que pagar. Mis más cercanos lo saben y está más que aprobado. Porque aunque no vaya a tener sobrinos naturales, adoptados de mis majas tendré unos cuantos seguro.

martes, 5 de enero de 2010

Fantástico cuento

Apenas su padre se había sentado al llegar a casa, dispuesto a escucharle como todos los días lo que su hija le contaba de sus actividades en el colegio, cuando ésta en voz algo baja, como con miedo, le dijo:

- ¿Papa?

- Sí, hija, cuéntame

- Oye, quiero… que me digas la verdad

- Claro, hija. Siempre te la digo -respondió el padre un poco sorprendido

- Es que… -titubeó Laura

- Dime, hija, dime.

- Papá, ¿existen los Reyes Magos?

El padre de Laura se quedó mudo, miró a su mujer, intentando descubrir el origen de aquella pregunta, pero sólo pudo ver un rostro tan sorprendido como el suyo que le miraba igualmente.

- Las niñas dicen que son los padres. ¿Es verdad?

La nueva pregunta de Laura le obligó a volver la mirada hacia la niña y tragando saliva le dijo:

- ¿Y tú qué crees, hija?

- Yo no se, papá: que sí y que no. Por un lado me parece que sí que existen porque tú no me engañas; pero, como las niñas dicen eso.

- Mira, hija, efectivamente son los padres los que ponen los regalos pero…

- ¿Entonces es verdad? -cortó la niña con los ojos humedecidos-. ¡Me habéis engañado!

- No, mira, nunca te hemos engañado porque los Reyes Magos sí que existen -respondió el padre cogiendo con sus dos manos la cara de Laura .

- Entonces no lo entiendo. papá.

- Siéntate, Laurita, y escucha esta historia que te voy a contar porque ya ha llegado la hora de que puedas comprenderla -dijo el padre, mientras señalaba con la mano el asiento a su lado.

Laura se sentó entre sus padres ansiosa de escuchar cualquier cosa que le sacase de su duda, y su padre se dispuso a narrar lo que para él debió de ser la verdadera historia de los Reyes Magos:

- Cuando el Niño Dios nació, tres Reyes que venían de Oriente guiados por una gran estrella se acercaron al Portal para adorarle. Le llevaron regalos en prueba de amor y respeto, y el Niño se puso tan contento y parecía tan feliz que el más anciano de los Reyes, Melchor, dijo:

- ¡Es maravilloso ver tan feliz a un niño! Deberíamos llevar regalos a todos los niños del mundo y ver lo felices que serían.

- ¡Oh, sí! -exclamó Gaspar-. Es una buena idea, pero es muy difícil de hacer. No seremos capaces de poder llevar regalos a tantos millones de niños como hay en el mundo.

Baltasar, el tercero de los Reyes, que estaba escuchando a sus dos compañeros con cara de alegría, comentó:

- Es verdad que sería fantástico, pero Gaspar tiene razón y, aunque somos magos, ya somos ancianos y nos resultaría muy difícil poder recorrer el mundo entero entregando regalos a todos los niños. Pero sería tan bonito.

Los tres Reyes se pusieron muy tristes al pensar que no podrían realizar su deseo. Y el Niño Jesús, que desde su pobre cunita parecía escucharles muy atento, sonrió y la voz de Dios se escuchó en el Portal:

- Sois muy buenos, queridos Reyes Magos, y os agradezco vuestros regalos. Voy a ayudaros a realizar vuestro hermoso deseo. Decidme: ¿qué necesitáis para poder llevar regalos a todos los niños?

- ¡Oh, Señor! -dijeron los tres Reyes postrándose de rodillas. Necesitaríamos millones y millones de pajes, casi uno para cada niño que pudieran llevar al mismo tiempo a cada casa nuestros regalos, pero. no podemos tener tantos pajes., no existen tantos.

- No os preocupéis por eso -dijo Dios-. Yo os voy a dar, no uno sino dos pajes para cada niño que hay en el mundo.

- ¡Sería fantástico! Pero, ¿cómo es posible? -dijeron a la vez los tres Reyes Magos con cara de sorpresa y admiración.


- Decidme, ¿no es verdad que los pajes que os gustaría tener deben querer mucho a los niños? -preguntó Dios.

- Sí, claro, eso es fundamental - asistieron los tres Reyes.

- Y, ¿verdad que esos pajes deberían conocer muy bien los deseos de los niños?

- Sí, sí. Eso es lo que exigiríamos a un paje -respondieron cada vez más entusiasmados los tres.

- Pues decidme, queridos Reyes: ¿hay alguien que quiera más a los niños y los conozca mejor que sus propios padres?

Los tres Reyes se miraron asintiendo y empezando a comprender lo que Dios estaba planeando, cuando la voz de nuevo se volvió a oír:

- Puesto que así lo habéis querido y para que en nombre de los Tres Reyes Magos de Oriente todos los niños del mundo reciban algunos regalos, YO, ordeno que en Navidad, conmemorando estos momentos, todos los padres se conviertan en vuestros pajes, y que en vuestro nombre, y de vuestra parte regalen a sus hijos los regalos que deseen. También ordeno que, mientras los niños sean pequeños, la entrega de regalos se haga como si la hicieran los propios Reyes Magos. Pero cuando los niños sean suficientemente mayores para entender esto, los padres les contarán esta historia y a partir de entonces, en todas las Navidades, los niños harán también regalos a sus padres en prueba de cariño. Y, alrededor del Belén, recordarán que gracias a los Tres Reyes Magos todos son más felices.

Cuando el padre de Laura hubo terminado de contar esta historia, la niña se levantó y dando un beso a sus padres dijo:

- Ahora sí que lo entiendo todo papá. Y estoy muy contenta de saber que me queréis y que no me habéis engañado.

Y corriendo, se dirigió a su cuarto, regresando con su hucha en la mano mientras decía:

- No sé si tendré bastante para compraros algún regalo, pero para el año que viene ya guardaré más dinero.

Y todos se abrazaron mientras, a buen seguro, desde el Cielo, tres Reyes Magos contemplaban la escena tremendamente satisfechos.

lunes, 4 de enero de 2010

Ricos, ricos, riquísimos!


Un gusto para los sentidos, fundamentalmente para la vista. Al menos para mi. Me encanta ir a Caramelos Paco.
No es por hacer propaganda, porque la verdad, ni me va, ni me viene. Pero es q esa tienda es el paraíso para cualquier persona. Iba a decir niños, pero los que estamos ya creciditos también nos transformamos. Normal. Que yo sepa allí puedes encontrar cualquier caramelo o similar que te encante por raro que sea (no valen los que no existen, que ya os veo venir).
Caramelos con azúcar, sin azúcar(los de cereza ácida son mi perdición), piruletas, gominolas, chicles, frutos secos, chocolates, galletas, turrones, regalices, muñequitos de caramelo para las tartas y un larguísimo etcétera que me apasiona. Eso sí, ir a comprar allí puede resultar una aventura. Principalmente porque aunque vayas a por una cosa en concreto, siempre (y cuando digo siempre quiero decir SIEMPRE)cae algo más. Es inevitable, superior a las fuerzas de cualquier mortal. Pero ¡ay! como haya cola, entonces a santiguarse y hacer acopio de toda la fuerza de voluntad que tengamos en el cuerpo. Porque, ¿qué pasa? pues que empiezas a echar una ojeada a la tienda, aunque te la conozcas de memoria, porque tú mentalmente te dices que a lo mejor hay novedades. No las hay, pero ya has clavado la mirada en un caramelo/piruleta/... que siempre te has preguntado qué sabor tendría y que total por probar uno... El caso es que cuando sales de la tienda llevas los 100 gramos de caramelos que eran tu misión al entrar en la tienda, la piruleta que te llamaba la atención, una bolsita de caramelos que hacía años que no veías, pero que tú recuerdas de las bolsas de chuches que te daban de pequeño cuando había algún cumple en el cole y... por supuesto, el caramelito que te regalan siempre cuando pagas, que te suele gustar y del que la próxima vez que vuelvas seguro que te llevarás unos cuantos.
Para mí, una experiencia estupenda, especialmente cuando uno tiene un día tonto, porque acabarás, sin darte cuenta, con una sonrisa como las de cuando eras peque!
Y además un sitio tradicional, que mantiene la esencia de cuando se abrió en ¡los años 30 del siglo XX!
¡Sus bolsitas de papel aparecen hasta en Cuentame...simplemente genial y 100% recomendable, aunque sólo sea de paso.