sábado, 2 de mayo de 2009

1 año, 12 meses, 365 días...

Se podría decir de tantas formas distintas. El caso es que el tiempo pasa volando. Ya estamos de nuevo en el puente de mayo. El año pasado me cambió la vida. Por primera vez no fui a la Feria de Tineo, entre otras cosas porque la habían adelantado un fin de semana y porque tenía que terminar el trabajo fin de carrera. Menos mal.
No sé si el destino tiene la culpa. O más bien Cris. El caso es que en este último año he cumplido más sueños que en todos los anteriores en todos los sentidos. En el día a día y en momentos puntuales. He aprendido a valorar lo que tengo y a no fijarme en lo que no he alcanzado. Porque he vivido, he sentido, he disfrutado y por sobre todo ello, he sido feliz. Porque como dice Vero las heridas del pasado no han conseguido que el muro fuera de ladrillos, sino de barro, y lo he conseguido derrumbar.

He aprendido lo que es que una persona esté a tu lado porque quiere y por lo que le aportas. Por la naturalidad a la hora de afrontar cada detalle. Porque cuando las cosas no son fáciles y hay que luchar por ellas es cuando más las valoramos. Así es como nos damos cuenta de lo imprescindibles que son para nosotros.
Porque gracias a TI me gusta más como soy yo. Porque me has hecho ver más allá de lo que yo solía ver. Porque has sido un soplo de aire fresco cuando más lo necesitaba. Porque has supuesto un antes y un después.
El año pasado conocí una nueva forma de ver las cosas y de vivir. Ojalá sea para siempre.
Feliz año.

P.D. Te lo debía!

miércoles, 29 de abril de 2009

DESPEDIDAS


Las odio. Siempre las he odiado. Desde pequeña, cuando terminaba el verano y tenía que volver de Asturias. Me producen una sensación de tristeza absoluta.
Siempre me he preguntado para quien sería peor ¿Para quienes se quedan? o ¿para los que se van? Yo la verdad que siempre he sentido que lo peor era la circunstancia en la que me encontraba yo, ya fuese una u otra.
Lo malo de esto es la sensación de incertidumbre. Hasta cuando. El encuentro es tan efímero y la despedida tan larga. Es como una agonía en cierto modo. El miedo al que pasará mientras llega el tan ansiado reencuentro. Pero las despedidas nos hacen valorar. Valorar a las personas. Valorar lo importantes que son y el daño que nos produce la separación.
Yo siempre he sido bastante sentimental para estas cosas, que le vamos a hacer, una es de lágrima fácil y no hay nada que hacer al respecto. Y esta última vez, fui demasiado fiel a mi misma. Realmente es algo que aborrezco, el llorar en público, me encantaría ser más fuerte en ese sentido, pero es algo que no puedo cambiar. Pero los sentimientos están muy por encima de todo eso.
Hay mucho dolor. Hay distancia. Hay añoranza. Pero por sobre todo eso, hay esperanza. Porque la próxima vez toca reencuentro. Prometido ;-)