La confianza no tiene porque ganarse o perderse. Es algo que transmitimos a las personas que forman parte activa e importante de nuestra vida. Cuando estamos ahí, siendo partícipes, estando al 100%, deseando y esforzándonos por una felicidad compartida, entonces somos confiables. No penséis que si alguien confía en vosotros lo hará siempre si "no metéis la pata". Es algo que hay que alimentar, cuidar y, lo más importante, fortalecer.
No creo en el blanco o el negro. ¿Por qué regirnos por ellos cuando tenemos una amplísima escala de grises? Yo no creo como dicen muchos que el gris sea mediocre. Es un color que nos aleja de los extremos, lo definiría como un color tolerante. Y eso es lo que hay que ser en la vida, ser capaces de poner en una balanza cosas positivas y negativas continuamente. Pensar las cosas detenidamente. La perfección no existe y los errores son humanos. Si pierdes la confianza de alguien, o sientes que alguien no volverá a ser merecedor de la tuya, acuérdate del gris y piensa que casi todo tiene solución. Hay que brindar nuevas oportunidades, eso sí, siendo consciente de que a quienes se las ofrecemos serán capaces de valorarlas, aprovecharlas y agradecerlas.
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